Despedidos por su condición sexual

Vivimos en una sociedad abierta y alejada de los tiempos donde la discriminación y los prejuicios inundaban las cabezas de los ciudadanos. La homosexualidad está ampliamente aceptada, poca gente se escandaliza cuando ve dos mujeres o dos hombres cogidos de la mano paseando por la calle. El matrimonio entre personas del mismo sexo es legal en España desde hace una década, la cartera de servicios de la seguridad social sigue incluyendo -todo y los recortes- algunas operaciones de cambio de sexo, y el Parlamento de Cataluña ha aprobado recientemente la Ley de los derechos de las personas gays, lesbianas, bisexuales y transexuales, calificada por algunos como una normativa más que pionera en este ámbito. Todo parece indicar que la sociedad catalana del siglo XXI podría presumir de ser más que inclusiva en este sentido, pero el cierto es que siguen produciéndose graves discriminaciones hacia el colectivo LGTB.

El año 2013 recibieron 66 denuncias de personas que habían sufrido acoso al trabajo. Muchos de los que los discriminan no saben dar las razones ni argumentar su postura en contra de la homosexualidad, la bisexualidad o la transexualidad. Es una manera muy sutil de discriminación laboral que difícilmente se puede combatir.

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